Las tarimas sintéticas son una alternativa sostenible a las maderas tropicales, gracias a su composición de materiales de origen reciclado -como virutas y serrines-, aglomerados con distintas resinas y polímeros. Un material que contribuye así a reducir la tala de bosques en países en los que no siempre ésta se realiza de forma controlada.
A la hora de elegir una tarima sintética es importante tener referencias del material, por ejemplo, una tarima que está compuesta en un 50% por fibras de madera con cetificación PEFC, que garantiza que procede de explotaciones sostenibles.
Mientras que la madera precisa de mantenimiento anual, las tarimas sintéticas no se deterioran por efectos del sol ni de la humedad, se conservan en perfectas condiciones y mantienen inalterables su apariencia y color, también hay que tener en cuenta sus propiedades antideslizantes y no se astillan ni fisuran con el uso. En cuanto a su colocación, igual que la madera para extriores, requiere de una instalación ventilada por su parte inferior. Tiene que colocarse sobre rastrel y, en caso de necesitar más altura, con soportes. Las tarimas sintéticas también necesitan una separación en las testas- los extremos estrechos de las lamas- puesto que el material en el que están fabricadas se expande de la misma forma a nivel transversal que longitudinal.
Es habitual que las tarimas sintéticas imiten a las de madera natural de la forma más realista posible, hay infinitas tonalidades de marrón y variantes claras y oscuras, así como grises y blancos.
Al igual que ocurre con las tarimas de madera natural para exteriores, las sintéticas presentan un abanico de opciones, más o menos económicas, en función de prestaciones y acabados.
Ante la duda de si un menor precio que la madera natural se traduce también en una menor durabilidad, una tarima sintética tiene una duración de más de 15-20 años. Sólo requieren una limpeza con agua y jabón en caso de manchas.
Como sucede con la madera, todo depende de la calidad del producto. Si elegimos una que no cumple las condiciones adecuadas, puede que solo dure de 5 a 6 años. Sin embargo, las tarimas sintéticas con grandes distribuidoras o fabricantes detrás tienen garantías de 15 a 25 años, algo que conviene tener en cuenta. Además, conviene saber que, a diferencia de la madera, una tarima sintética no puede ser restaurada, lijada o barnizada.